El asma es una enfermedad respiratoria crónica que actualmente afecta hasta a 339 millones de personas en todo el mundo, y que causa unas 1.000 muertes al año. El cannabis se ha utilizado para tratar los síntomas del asma durante milenios en diferentes medicinas tradicionales, entre las que se incluyen las de la antigua India y China.
Aunque el dolor no se considera necesariamente un síntoma principal de un grave episodio de asma, los estudios han demostrado que hasta un 76% de los pacientes sufren dolor en el pecho durante un ataque. Generalmente, el dolor relacionado con el asma se caracteriza por un dolor profundo o sensación punzante, que se desarrolla de forma gradual durante las primeras horas del ataque y poco a poco se disipa a medida que el ataque desaparece.
Aunque no se han llevado a cabo estudios que investiguen específicamente la capacidad del cannabis para tratar el dolor relacionado con el asma, se han observado mejoras subjetivas en el dolor en varios estudios realizados sobre el efecto general del cannabis en el asma. Los conocidos efectos broncodilatadores y analgésicos de determinados cannabinoides sugieren que podrían ser útiles para controlar el dolor relacionado con el asma, tanto al reducir la presión y la constricción en los pulmones como al actuar directamente en los propios nociceptores (células nerviosas sensibles al dolor).
La capacidad del cannabis para actuar como broncodilatador es quizás su propiedad más importante en lo que se refiere al tratamiento del asma. Durante un ataque de asma , los bronquios (la red de ramificación de tubos que transportan el oxígeno a los alvéolos) se contraen, haciendo que el nivel de flujo de oxígeno se reduzca drásticamente.
Se cree que el cannabis puede ejercer un efecto broncodilatador principalmente a través de su capacidad para reducir la inflamación. Sin embargo, también se cree que la capacidad del cannabis para reducir los espasmos musculares (contracciones involuntarias) juega un papel importante en el control de la broncoconstricción durante un ataque de asma. Los bronquios y los bronquiolos se componen de músculos lisos, y durante un ataque, se contraen y se estrechan, además de inflamarse.
El cannabis tiene el potencial de aliviar los síntomas experimentados por los pacientes de asma, independientemente del método de consumo. Sin embargo, no significa que todos estos métodos sean igual de eficaces. Tampoco significa que usar cualquiera de los menos aptos para el asma sea completamente inofensivo. Los elementos clave que hay que tener en cuenta son: seguridad máxima, posibilidad de alivio inmediato, dosificación controlable y eficacia.
No se recomienda fumar cannabis, ya que dependiendo de la gravedad de la enfermedad, puede empeorar una crisis relacionada con el asma ya existente, o incluso provocar una nueva. Por otra parte, los productos comestibles, debido a ciertas variables como el tiempo, tardan más en liberar sus efectos y se pueden utilizar como tratamiento a largo plazo, pero no serían lo bastante fiables en caso de un ataque. Esta es la razón por la que cuando se trata de un tratamiento de emergencia, vaporizar es sin duda la mejor opción para el cannabis y el asma. No solo la liberación de los cannabinoides en el cuerpo es casi perfecta, sino que los riesgos para los pulmones se reducen completamente al mínimo.